Tras un intenso debate nocturno, he asumido que no solo los cromosomas sexuales XX de la mujer y los XY del hombre marcan una diferencia entre ambos géneros. Y es que siempre se acaba demostrando que ellos, están “hechos de otra pasta”. Con esto, no pretendo realizar ningún tipo de juicio pro-feminista, dejaré –en este caso- de lado, la discriminación positiva que aun hoy nos hace tanta falta.
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Es evidente que existen diferencias fisiológicas, en cuanto a fuerza, altura, constitución, anatomía, pero además, tenemos discrepancias psicológicas. Muchos niegan esta evidencia (demostrada por la ciencia) pero empíricamente conocemos una diferencia genética que nos proporciona un cerebro ligeramente dispar.
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Estos dimorfismos sexuales tienen diversos orígenes neurológicos, como la desemejanza de flujo sanguíneo cerebral, la organización funcional de los hemisferios, el envejecimiento más tardio del cerebro femenino y las diversas densidades neuronales.
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Las diferencias cuotidianas que todos conocemos, se centran básicamente en la capacidad de realizar tareas intelectuales simultáneamente, la mejor identificación de las emociones y mejor memoria por parte de las mujeres y la aptitud de la concentración o la resolución de conflictos más objetivamente por parte de ellos. Tras estos argumentos fácilmente tachables de “tópicos” cabe decir que todas estas cualidades son subjetivas y aplicables ampliamente a ambos géneros.
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Todo este conflicto sexual, se produjo durante una maravillosa cena que tuvo lugar el viernes pasado en Madrid. No recuerdo como apareció el fenómeno genérico que produce tantos momentos de cólera entre las conversaciones de machos y féminas, pero sé que entre las últimas copas de vino, mis dos queridos acompañantes poseedores de cromosomas XY cruzaron argumentaciones tan dispares que hoy, después de un proceso de reflexión me doy cuenta de que sus mentalidades empiezan a cambiar.
2 comentaris:
a bon sant t'encomanes reina...
Los cromosomas sólo determinan la diferencia sexual, pero no el genéro. Aunque sí se pueden apreciar algunas diferencias en la estructura del cerebro, y la diferencia en masa muscular y rasgos físicos es evidente (ese es el trabajo de las hormonas y los cromosomas), de ahí a atribuir ciertos comportamientos, modos y preferencias hay un trecho, pues el género se construye, en gran parte, social, cultural e históricamente y varía en función de la cultura de la que se trate.
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