28 de novembre 2007

Ponte tu en su lugar

Al principio, es común en las grandes ciudades, que los que pecamos de novatos nos sintamos relativamente incómodos al compartir cafés, cañas y almuerzos con nadie más que uno mismo. Te dedicas a empaparte de todo el contenido informativo de la jornada o,en ausencia de ésta, a escuchar -o fisgonear- las conversaciones fugaces que se crean a tu alrededor.

Admitiendo el ejercicio de lo dicho, intercepté el tranquilo fluido de diálogos entre una madre y una hija. La niña no superaba los trece y con cierta inocencia y algo de tristeza, preguntaba por el destino de la mayoría de inmigrantes que no conseguían llegar a la orilla del mar.

No se trata solamente de un sueño económico el que les hace lanzarse al mar, poniendo en juego sus vidas. Es la esperanza, la ilusión y la ambición unidas a un mundo imaginario e ideal que construyen en sus cabezas debido al desastre vital al que se enfrentan junto al "Europe Dream" que a diario los medios les muestran.

Mediante el cine y la televisión ven que en otra parte del mundo se disfruta de hogares confortables, de paisajes maravillosos, de coches rápidos y de libertad de movimiento, expresión y formas de vivir. Además, observan que no estamos sometidos a una inseguridad diaria y que poseemos una amplia y efectiva red social. En definitiva, una gran calidad de vida.

Para cada uno de ellos, su sueño europeo es un sueño por el que vale la pena morir. Por ello se embarcan en cayucos desde Cabo Verde, Mauritnia o Senegal entre otros orígenes y con un solo destino, la felicidad.

27 de novembre 2007

07 de novembre 2007

MADRID

juan achutegui


En el Kilómetro 125 de la Ap 36 empecé a sentir miedo. Podría definirlo como una intensa mezcla que oscilaba entre la emoción i el rechazo a lo desconocido. Sabía que todo iba a cambiar y era lo que había deseado durante mucho tiempo.


Identifiqué la llegada a las carreteras de la capital, con el incremento del tráfico. El paisaje se volvía estresante y tenía que hacer un sobreesfuerzo para seguir las indicaciones de mi GPS. Observaba cada calle con curiosidad, de igual modo que sentía que el lugar que se paseaba ante mis ojos se convertiría en mi nueva casa. En ese momento sentí que tenía la posibilidad de elegir. Podía quedarme con la primera impresión o darle las oportunidades necesarias para que nunca dejase de sorprenderme. Me quede con la segunda.