Dicen que es el oficio más antiguo de la historia, que siempre ha existido y en la actualidad se abre el debate acerca de su regulación. Siempre he creído que las mujeres sin recursos y con un amplio abanico de dificultades vitales eran las que se dedicaban a la prostitución. Aquellas que, desgraciadamente, no tenían otra elección que utilizar el único medio de que disponían para ganar dinero rápidamente. Una habitación, una cama, una provisión de preservativos, una luz roja... y ya está el burdel montado.
Según el Convenio de las Naciones Unidas para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena, de 1949, ratificado por 72 Estados: “la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas... son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana...”
La cuestión no se plantea ya en términos de moralidad, el dilema es si la prostitución es una forma de explotación que debe ser abolida o una profesión que hay que reglamentar.
Ahora se habla de regulación, de la creación de un buen sistema de medidas sanitarias y sociales para crear un sector digno de prostitución. Son las propias prostitutas las que demandan una regularización de su sistema, pero no tenemos que olvidar que la gran mayoría de mujeres la ejercen en contra de su voluntad. Obligadas y amenazadas. Sinceramente me cuesta relacionar ambos términos, dignidad y prostitución, pero existen mujeres que dicen sentirse cómodas practicándola, por tanto seré la primera en respetar, tolerar e intentaré creer en su regulación. Aunque me inquieta la diferencia de género -tan habitual- por cada 10 mujeres existen 2,5 hombres que ejercen la prostitución.
En algunos países nos encontramos, además, con el detonante de la pobreza. A 30 dólares por cliente, estas chicas pueden ganar mucho más que trabajando en una fábrica por 4 dólares diarios, como suele suceder en casi todos los países subdesarrollados, por tanto, mientras no se arregle la problemática económica mundial muchas mujeres se ven obligadas a prostituirse. Además también se discrepa en cuanto a la distinción entre la prostitución “libre” y la prostitución "forzada". Las crisis económica, las catástrofes naturales, la agitación política y las situaciones conflictivas convierten a mujeres y niñas en presa fácil de los traficantes y proxenetas, y es ahí donde se debe aplicar una verdadera regulación.
La reglamentación indica la existencia de excepciones al derecho penal para aquellos sectores de la industria sexual que cumplan ciertas condiciones. En el caso de las trabajadores del sexo, esos sistemas suelen imponer controles de salud obligatorios.
Sin finalmente se han de tomar medidas, es necesario que el cambio pase por tratar de mejorar su situación, garantizando a esas trabajadoras un trato justo y protección frente a los riesgos profesionales. Este es, seguramente, el último capítulo del debate: el papel del Estado.
Según el Convenio de las Naciones Unidas para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena, de 1949, ratificado por 72 Estados: “la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas... son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana...”
La cuestión no se plantea ya en términos de moralidad, el dilema es si la prostitución es una forma de explotación que debe ser abolida o una profesión que hay que reglamentar.
Ahora se habla de regulación, de la creación de un buen sistema de medidas sanitarias y sociales para crear un sector digno de prostitución. Son las propias prostitutas las que demandan una regularización de su sistema, pero no tenemos que olvidar que la gran mayoría de mujeres la ejercen en contra de su voluntad. Obligadas y amenazadas. Sinceramente me cuesta relacionar ambos términos, dignidad y prostitución, pero existen mujeres que dicen sentirse cómodas practicándola, por tanto seré la primera en respetar, tolerar e intentaré creer en su regulación. Aunque me inquieta la diferencia de género -tan habitual- por cada 10 mujeres existen 2,5 hombres que ejercen la prostitución.
En algunos países nos encontramos, además, con el detonante de la pobreza. A 30 dólares por cliente, estas chicas pueden ganar mucho más que trabajando en una fábrica por 4 dólares diarios, como suele suceder en casi todos los países subdesarrollados, por tanto, mientras no se arregle la problemática económica mundial muchas mujeres se ven obligadas a prostituirse. Además también se discrepa en cuanto a la distinción entre la prostitución “libre” y la prostitución "forzada". Las crisis económica, las catástrofes naturales, la agitación política y las situaciones conflictivas convierten a mujeres y niñas en presa fácil de los traficantes y proxenetas, y es ahí donde se debe aplicar una verdadera regulación.
La reglamentación indica la existencia de excepciones al derecho penal para aquellos sectores de la industria sexual que cumplan ciertas condiciones. En el caso de las trabajadores del sexo, esos sistemas suelen imponer controles de salud obligatorios.
Sin finalmente se han de tomar medidas, es necesario que el cambio pase por tratar de mejorar su situación, garantizando a esas trabajadoras un trato justo y protección frente a los riesgos profesionales. Este es, seguramente, el último capítulo del debate: el papel del Estado.
5 comentaris:
En España estamos demasiado acostumbrados a esconder nuestras vergüenzas. Pese al transcurso del tiempo, somos un país hipócrita cuyo sistema jurídico no es capaz de afrontar la existencia de un supuesto de hecho, que requiere de la pertinente consecuencia jurídica... Y es que o prohibimos la prostitución o la regulamos, pero no llamamos "masajista" ni "asistenta del hogar" a quien no se somete, precisamente, a los riesgos que comporta el tratamiento fisioterapéutico de lesiones, o a tender la colada.
Tengo mi opinión respecto a si el ejercicio de la prostitución atenta o no, per se, contra la dignidad humana. Creo que sí, pero mi opinión tiene más que ver con una visión ética de la sexualidad, construida con el paso del tiempo y dulcificada por el amor. Per no es una opción extensible, ni objetivamente mejor o peor que otras.
Lo que hemos de tener en cuenta es que hay diferencias abismales entre ejercer la prostitución en la calle Luna de Madrid, y en una suite del Palace con miles de euros de por medio y unas copas de Moët Chandon. Es decir, hay grados y grados de indignidad, conectados además con peligros para la salud y la seguridad personal.
Por tanto, si la prostitución ha de existir, su ejercicio ha de ser totalmente libre, sin condicionantes de ningún tipo que obligue a nadie a ejercerla. Los límites de la dignidad humana quedan rebasados desde el momento en que un individuo -sea hombre o mujer- se ve obligado a practicar sexo en contra de sus convicciones morales, por estado de necesidad o coacción física o psicológica de un tercero. Y es aquí donde está el quid de la cuestión.
Existen cada vez más casos, agravados por el maremágnum migratorio, de situaciones como esta que os acabo de describir, en un Estado como el nuestro, que se autoerige en modelo mundial en la extensión de los llamados derechos de ciudadanía. En España (como en toda Europa!!) se están vulnerando los DD HH y el legislador sólo se atreve a hacer "recomendaciones", entre las que está el dejar de anunciar los servicios de prostitución en los periódicos (más de lo mismo, de escconder nuestras vergüenzas)...
Yo me apunto a los que piensan que, por encima de consideraciones morales, todas respetables, la prostitución debe ser regulada para que quien la ejerza lo haga porque quiere, sin condicionamientos de ningún tipo, y no porque no tiene otro remedio.
Perdón por el rollo.
Poco a poco entramos en una sociedad más libre, i tolerante. El sexo, al igual que la mayoía de cosas debe ser libre, y si alguien no tiene pareja estable ha de contar con la posibilidad de poder adquirirlo.
Sé que no es fácil para muchas mujeres poder entender este concepto. Y es debido a que el sexo se se vincula siempre con el amor. Pero hay etapas en las vidas de las personas en las que no encuentran a nadie a quien querer, que no tienen amor y no hay que privarles del sexo.
El sexo sin amor es una experiencia vacía,pero como esperiencia vacía es una de las mejores.
EresLaXicaMesLegalQueHeConegutMai!!
el blog esta muy guapo..
y los articulos son interesantes
la prostitucion deberia estar legalizada para que no fuera ese pozo negro lleno de mafia y dinero
salud
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